El mito japonés de la creación es la historia mediante la cual se da explicación al origen de Japón y de la nobleza en la mitología japonesa.

Fuentes del mito

El Kojiki y el Nihon Shoki son los libros que contienen los mejores registros de los mitos de la creación en esta mitología, además de contener las principales creencias de los japoneses acerca de la creación de la tierra y de la humanidad.

El origen de Japón y su gente

Cuando se originó el cielo y la tierra, aparecieron tres deidades. El espíritu maestro del cielo (Amenominakanushi), el espíritu productor (Takamimusubi) y el ancestro divino productor (Kamimusubi).

Estas tres deidades eran invisibles, cuando la tierra aún era joven. De esta tierra salieron brotes de caña. De esta caña aparecieron dos nuevas deidades. Después de ellos aparecieron cinco pares de deidades (masculinas y femeninas), siendo el último par Izanagi e Izanami, cuyos nombres significan «el hombre que invita» y «la mujer que invita».

Esquema del mito japonés de la creación del mundo según el Kojiki mitología japonesa
Tabla de kamis originados en la Creación, por Michey.M; Modificado bajo licencia CC BY 2.5

El papel de Izanagi e Izanami

Las primeras cinco deidades mencionadas anteriormente, ordenaron a Izanagi e Izanami que creasen y solidificasen el terreno de Japón, dándoles a la joven pareja una lanza con joyas. De pie en el Puente Flotante del Cielo, lo sumergieron en la salmuera del océano y lo revolvieron. Sacaron la lanza, y la salmuera que goteaba de ella formó una isla a la que descendieron. En esta isla construyeron un palacio para su boda y una gran columna hacia los cielos.

Izanami examinó su cuerpo y encontró que una parte no había crecido del todo, y se lo dijo a Izanagi, quien respondió que su cuerpo estaba bien formado pero que un lugar había crecido en exceso. Propuso que pusiera su exceso en su parte que no estaba completa y que, al hacerlo, crearían nuevas tierras. Acordaron caminar alrededor del pilar y reunirse detrás de él para llevar a cabo este cambio. Cuando llegaron detrás del pilar, ella lo saludó diciendo «Qué hombre tan guapo», y él respondió saludándola con «Qué mujer tan guapa». Procrearon y dieron a luz a un «niño sanguijuela», que pusieron en una cesta y dejaron flotar ya que fue mal concebido. Luego dieron a luz a una isla flotante, que tampoco reconocieron como uno de sus hijos.

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Foto por Ravi Pinisetti en Unsplash

El origen de las islas de Japón

Decepcionados por sus fracasos en la procreación, volvieron al Cielo y consultaron a las deidades que allí residían. Las deidades explicaron que la causa de sus dificultades era que la mujer había hablado primero cuando se reunieron para procrear. Izanagi e Izanami volvieron a su isla y se encontraron de nuevo detrás del pilar celestial. Cuando se encontraron, él dijo: «Qué mujer tan guapa», y ella dijo: «Qué hombre tan guapo». Se aparearon y dieron a luz a las ocho islas principales de Japón y a seis islas menores. Luego dieron nacimiento a una variedad de de deidades para habitar esas islas, incluyendo la deidad del mar, la deidad de los canales, y las deidades de los ríos, vientos, árboles y montañas. Por último, Izanami dio a luz a la deidad del fuego, y sus genitales se quemaron tanto que murió.

Mientras Izanagi lloraba su muerte, una deidad nació de sus lágrimas. Angustiado después de enterrar a Izanami, usó su larga espada para decapitar a su hijo, la deidad del fuego, cuyo nacimiento había matado a Izanami. De la sangre en la espada salieron tres deidades de las rocas, dos deidades del fuego y una del agua, todas ellas necesarias para hacer una espada. Ocho deidades más surgieron del cuerpo de Izanagi y del hijo asesinado de Izanami.

Izanagi aún anhelaba a Izanami, así que fue al inframundo en su busca. Al encontrarla en la oscuridad, la llamó y le pidió que volviera a la tierra de los vivos con él. Le prometió que iría a preguntar a los dioses del inframundo, pero le rogó que no la mirara mientras lo hacía. Se fue por mucho tiempo pero, finalmente, él rompió el extremo de un peine en su pelo y le prendió fuego para tener luz en la oscuridad. Encontró su cuerpo con gusanos consumiéndolo, y estos gusanos eran las ocho deidades del trueno.

Avergonzada de ser vista en esas condiciones, Izanami echó a Izanagi del inframundo. Primero envió a las deidades del trueno tras él, y luego ella misma lo persiguió. Al final agarró una enorme roca y la usó para cerrar la entrada al inframundo. Enfurecida, le gritó que cada día estrangularía a mil personas de Japón. Él contestó que, si lo hacía, cada día él haría nacer a mil quinientos japoneses. Es por eso que mil quinientos niños nacen cada día y mil personas mueren cada día.

El surgimiento de nuevas deidades

Izanagi volvió a su casa y se bañó para purificarse después de esta terrible experiencia. Al desnudarse, nuevas deidades surgieron de su ropa, y más surgieron del agua mientras se bañaba. Tres de ellos eran antepasados de familias japonesas. La última de las deidades era un hijo, Susanoo (須佐之男 Susanowo), que se convirtió en la deidad del mar. Finalmente fue exiliado a la tierra por su comportamiento en los cielos, pero él y su hermana, la diosa del sol, criaron ocho deidades. Entre ellos se encontraba el antepasado de la familia Yamato que gobernaba en Japón, y otros dos eran antepasados de diecinueve de sus más altas familias.

Cuando las deidades pacificaron la tierra, la Diosa del Sol envió al primer emperador de Japón desde los cielos a la tierra. Descendiendo del Puente Flotante del Cielo a las cimas de las montañas, construyó su palacio. Finalmente conoció a una hermosa joven, la Princesa Flores Brillantes, y le pidió que se casara con él. Ella le preguntó a su padre, y su padre le ofreció al emperador la mano de ella y la de su hermana mayor, Princesa de Larga Vida. El nuevo emperador rechazó a la hermana mayor debido a su fealdad. Cuando el padre escuchó esto, explicó que le había ofrecido la mano de la Princesa de Larga Vida porque sus hijos habrían vivido eternamente. En cambio, los hijos de la Princesa Flores Brillantes eran mortales, por lo que los emperadores nunca han tenido vidas largas.

La Princesa Flores Brillantes pronto quedó embarazada, tan pronto que el emperador no creyó que fueran sus hijos. Para demostrárselo, ella construyó un palacio y se encerró en él y le prendió fuego, sabiendo sólo los hijos del emperador podían sobrevivir a las llamas, algo que también sabía el emperador. En medio de las llamas dio a luz a tres deidades, y en última instancia sus descendientes fueron la familia imperial de Japón.

Similitudes con otros mitos

Como se puede apreciar, la búsqueda en el inframundo por Izanagi es una historia muy similar al mito de Orfeo y Eurídice en la mitología griega.

Otros mitos japoneses

Fuentes